El origen de las máscaras de lucha libre
Es peculiar el origen de la máscara de lucha libre porque no se da en México como muchos piensan, sino… en Estados Unidos. Don Antonio H Martínez fue el pionero, un personaje de historia que conocía muy bien el negocio de su zona: trabajar el cuero para elaborar buenos calzados. El Sr. Don Antonio es oriundo de León, Guanajuato y tomó la decisión de aspirar a grandes fortunas en la capital del país.

Él se encargó de hacer los mejores zapatos deportivos para luchadores, particularmente… boxeadores. Habían transcurrido 30 años desde que la lucha libre se consolidó como un deporte nuevo en Estados Unidos, Antonio tuvo interés en ello.

Rápidamente Martínez se convirtió en un amante del deporte y jamás faltaba a los espectáculos. A raíz de esto, logró hacerse amigo de un gran exponente conocido para entonces como el Charro Aguayo. Antonio seguía de cerca las peleas, cargaba sus cosas y le daba ánimos cuando caía fuera del Ring. Gracias a esto se crearon lazos fuertes de amistad. De allí, Aguayo a sabiendas de su especialidad, le solicitó unas botas para luchadores.
Las botas debían ser perfectas. Es decir, tener el nivel de perfección en su suela al no ser ni muy delgada ni muy gruesa, apropiadas para un deportista que se desplaza con las puntas de los pies para conseguir una agilidad de otro mundo. El darles un refuerzo a las plantas y conseguir amortiguar las pericias era de vitalidad.

Tras este suceso, el taller de Don Antonio H. Martínez pasó a ser tendencia en el deporte y muchos optaron por sus servicios.
Cómo hacer una máscara de luchador
En este vídeo podrás el proceso completo paso a paso para que puedas hacer tu propia máscara de luchador.
Así nacieron las máscaras de luchadores
‘Cyclone’ Mckay, luchador profesional estadounidense contactó en el año de 1993 a Martínez por su habilidad para confeccionar botas de luchadores. La solicitud era peculiar: le pidió al artesano mexicano crear una máscara de luchador.
Exactamente Cyclone quería una “capa” que consiguiese cubrirle la cara como si se tratase de un antifaz y que no fuera sencillo para los luchadores quitársela. Antonio tomó la decisión rápidamente y aceptó.
Antonio tomó varias medidas de la cabeza del luchador estadounidense y la entregó unos días transcurridos. Mckay no estaba feliz en el momento porque el trabajo todavía no estaba listo, y, además, dicho antifaz creado a base de piel de galce de cabra, era demasiada pequeña. En general, se trató de un fracaso para el fabricante. Se comenzó un parlamento entre ambos y, finalmente, el dinero se perdió a raíz de la furia que sentía el cliente totalmente decepcionado.
Así había terminado el negocio de las máscaras para lucha libre. O por lo menos, fue una idea que invadió la cabeza por algunos meses para Antonio porque Mckay había vuelto al taller con una enorme sonrisa y con la iniciativa de mandar a confeccionar seis máscaras. Esta decisión por parte del luchador le pareció muy extraña al peletero, quien terminó rechazando su oferta que incluía la recuperación total de los elementos desperdiciados anteriormente y una jugosa paga. Después de tanta súplica, se llegó a un acuerdo entre ambas personas.
El comienzo de una era dorada de máscaras de luchadores
Por lo que afirma la historia, Don Antonio se dio cuenta de las equivocaciones. Partiendo de esto, optó por tomarle nuevas medidas a la cabeza de Mckay consiguiendo un total de 17. Hasta la actualidad, continúa siendo el mejor secreto por parte de la empresa.
La razón principal por la cual el luchador americano acudió nuevamente a Martínez, fue porque no encontró a un artesano capaz de realizar un trabajo tan pulido como el guanajuatense. En realidad, existieron comentarios afirmando que no existía una persona capaz de hacer una máscara con esa característica. Razón suficiente para disculparse.
¿Qué resultado se obtuvo? El nacimiento de una máscara de lucha libre tan dócil como un guante donde su material se acoplaba perfectamente a la función que requería el profesional. Partiendo de este punto comienza la era dorada de las máscaras de luchadores mexicanos.

La popularidad creció como espuma, los luchadores querían tener su elemento para darle más vida a la lucha libre, un deporte y evento que aman los mexicanos. Gracias a esto, fueron apareciendo personajes de historia como el primer luchador mexicano con máscara de lucha libre conocido como el “Murciélago” Velásquez y por supuesto, “El Santo”.
Las máscaras, aparte, se transformaron en un complemento esencial para la personalidad de cada luchador profesional, hasta llegar al extremo de que sus identidades permaneciesen secretas. Inclusive, se fue forjando una tradición en la que, si algún luchador se dejaba quitar la máscara a manos del rival, se traducía como el retiro definitivo del peleador.
“El Santo” fue el luchador de México más aclamado y llegó a vérsele sin máscara cuando ya su edad era demasiado avanzada. Inclusive, cuando él murió, fue enterrado con su máscara en honor.
Es por eso que, en México, las máscaras de lucha libre se lograron convertir en un símbolo representativo. Y su fama continúa creciendo, dándole cada vez más valor a las historias de los ciudadanos.
La cultura de las máscaras de lucha libre en México
El deporte preferido de los mexicanos se conoce a nivel mundial. En México, la lucha libre posee un estilo único y personal, es lo que la diferencia del resto. Normalmente las confrontaciones mexicanas pueden ser uno contra uno que también es conocido como “mano a mano” o, “máscara contra cabellera”.
Hay otra modalidad que es cuando pelean dos contra dos designado “relevos sencillos”. Finalmente, tenemos la modalidad de “relevos australianos” que son tres contra tres. Estas peleas la mayoría de las veces están divididas en tres etapas y cada una se define como el periodo de combate en el encuentro de lucha libre.
No hay límite de tiempo y acaba cuando el oponente se da por vencido de las maneras permitidas dentro del deporte. Una de las formas en que se gana la caída es cuando algún luchador mexicano consigue derribar sobre la lona al oponente y que éste caiga de espalda. Para que la victoria sea validada, el luchador debe estar durante tres segundos en la lona.
El aspecto que más sobre sale en las peleas de luchadores mexicanos es el honor. Se juegan todo y los luchadores pasan a ser leyendas cuando pelean por la máscara o cabellera.
El símbolo de los luchadores mexicanos
El símbolo principal que identifica a las personas en la lucha libre mexicana es su máscara. Las máscaras para lucha libre tienen un diseño único y le da a cada peleador su propia esencia al momento de hacer un personaje. Asimismo, parte de la magia se encuentra en el misterio que transmite por no saber de quién se trata en todo momento.
Las máscaras de lucha libre son un tesoro que el luchador usa con mucho orgullo y no existe mayor deshonra que perderla en una lucha de apuestas. Son varios los que tienen la habilidad de ser influencia para la elaboración de una máscara. Y a pesar de que para otros puede ser un implemento más, existen atletas que dan su vida por la máscara a raíz de la carrera.
Desde que nace, la dedicación que un luchador tiene con la máscara logra inspirar a más de uno. Asimismo, los colores pueden representar la personalidad de un luchador. Por ejemplo, el rojo significa pasión, el negro significa misterio, etc.

Las máscaras tienen un vínculo con la cultura de México y fácilmente podemos trasladarnos en la historia prehispánica. En el momento que los colonizadores pisaron México, el regalo que Moctezma le preparó a Hernán Cortes fue una hermosa máscara hecha en jade, objeto que en la actualidad se encuentra en el museo de Londres.
Los lazos que existen con los antepasados referentes al ámbito de las máscaras se hacen notorias con el pasar del tiempo. Desde los tiempos de Olmeca en el año 3000 a.c. Hasta el periodo actual. Dicha civilización es la que conquistó el Golfo de México y las máscaras eran la caracterización que tenían por sus gestualidades. Poseían rasgos deformes de animales que reinaban en estos terrenos como también las aves.

En su tiempo, los guerreros pertenecientes a la cultura Olmeca, utilizaban máscaras en sus ceremonias, guerras y funerales. Con la idea de retomar dicha tradición, se puede ver como los luchadores mexicanos ocultan sus rostros con máscara de lucha libre con símbolos de animales y seres de la mitología.
A continuación, una lista de luchadores mexicanos que representan el bien y el mal:
Seres de la oscuridad:
- Averno
- Mephisto
- Satánico
- Villanos
- Tinieblas
- Black Shadow
- Arcángel de la muerte
- Espectro
Caballeros del bien:
- El Santo
- Místico
- Sagrado
- Valiente
- Máscara Sagrada
El primer luchador enmascarado en México
Como mencioné en un comienzo, el primero en solicitar una máscara de lucha libre fue el peleador norteamericano “Ciclón Mckay” en el año de 1993. Después, tenemos al primer luchador mexicano en llevar una máscara, conocido por aquel entonces como el “Murciélago Velázques”, quien hizo su aparición en el año de 1929. Su máscara era bastante tétrica y el color que predominaba era el negro. Después de tres años, Ruddy Gonzales se puso la máscara y así nació una leyenda en México conocido como EL Santo. Se convirtió rápidamente en una figura histórica dentro de la lucha libre del país.

No cabe duda que hablar de una cultura tan increíble como el de las máscaras de lucha libre, nos obligar a hablar del más grande representante en su historia. Conocido también como el enmascarado de plata, se encargó de darle alegrías y algarabíos a todos los mexicanos gracias a su desempeño como uno de los mejores luchadores a nivel mundial. Pero no solo eso, también fue una figura del cine de entonces.
El Santo es considerado como el luchador de México que más influencia tiene a nivel histórico dentro del deporte. Partiendo de los años 60, y gracias a las incontables películas acompañado de luchadores increíbles, esta leyenda creció hasta convertirse en todo un personaje de películas.
Los enmascarados que más referencias tienen dentro del séptimo arte se llaman “El Santo” y “Blue Demon”. Los dos han compartido peleas, películas, todo tipo de publicidades, radio e incontables portadas de diarios de ese entonces. Fue tanto el impacto que estos luchadores han tenido que hoy en día podemos gozar del espectáculo que sus herederos han seguido: El hijo del Santo y Blue Demon JR.
Fue tanta la aceptación del género que viajó fuera del país hasta llegar a Francia, donde estiman el cine de luchadores. De hecho, un dato curioso es que la Cinemateca Francesa es quien posee la colección más completa de las películas de lucha libre mexicanas.
La Lucha Libre llega a México
Aunque no lo creas, la profundidad que tiene la lucha libre en México rompe las barreras de cálculos por parte de sociólogos. Las luchas que empezaron en 1933 siguen sin interrupción alguna hasta la actualidad, un factor que puede ser explicado fácilmente: la masa popular lo adora. Se trata de una exaltación a nivel cultural que traspasa todo tipo de canon estético. Es el ejemplo cultural que, junto al día de los muertos, México ama.
La lucha libre en México nació en los años 30, luego de que Don Salvador Lutteroth Gonzáles fuese a Estados Unidos. Fue en el país americano donde vio varios combates entre hombres que personificaban a un personaje en la lucha olímpica cuerpo a cuerpo con un pequeño ambiente clandestino. Si bien la lucha tradicional no daba permiso para golpes directos, la lucha libre sí que añadía todo tipo de morbo en las peleas basándose en cabezazos, puñetazos y demás.
Salvador mostró un gran interés por el espectáculo y esto fue lo que lo llevó a trasladar el deporte a México en 1933. Ese mismo año se inauguró la lucha libre mexicana y desde entonces, no se ha interrumpido un combate.
Nadie puede pensar en la lucha libre de México sin un personaje con máscara de luchador. Sin duda, este elemento se transformó en un símbolo sinigual del deporte.
Una máscara da la posibilidad de cambiar la identidad y cuidarla, además de crear una leyenda. El misterio es el factor que más atrae al público dentro de este deporte, por eso es tan popular.
De allí es donde la esencia de la máscara de lucha libre mexicana viene, algo que con el tiempo se ha convertido en cultura.
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